Reencuentro 

Scalabrini Ortiz, la avenida de locales viejos y supermercados chinos. En la entrada algunos escalones, ladrillo a la vista, amplias paredes decoradas con abstracciones. En el techo arañas ininteligibles por la poca luz y las mesas simulando el mármol más pesado.
Tenía mucho frío, considero ahora como factores agravantes la distancia entre el piso y el techo, el beso en el cachete y tu mirada obsecuente.
Probablemente también haya estado desabrigada.
Vos elegiste una mesa. La ventana a mi derecha.
Llegaba el invierno y se empañaban los bordes de los vidrios.
Nuestro candelabro era plateado, tenía cierto diseño que yo interpreté barroco. Tu mano en la otra punta de la mesa, refugiando al cenicero también plateado en el que entraban tres cigarrillos a la vez.
No tenía sentido. Lo sabías.
Pero ya estábamos ahi.
Al mirar por la ventan, los escalones de la entrada tomaban vertiginosa relevancia. El piso del lado de afuera muy estaba lejos y en picada.
No había mozos, ni ninguna otra parejita ahí. Supongo que porque era temprano. Vos te paraste y buscaste una cerveza. Mientras tanto exploré el frío de la ventana con mis yemas, inspiré y me tragué una lágrima. No me animaba a mirar hacia adentro.
Volviste a la mesa y prendiste un cigarrillo. Llenaste dos vasos. Todo indicaba que ibas a empezar a hablar.

1 comment:

  1. tus escritos me transportan ivi.
    viste cuando vas a una heladería y ves todos los sabores de chocolate que hay? tus escritos son chocolate con almendras. absolutamente deliciosos para la cabeza. te extraño.

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