havanna













¿qué hora es?

todavía siento desnuda la muñeca del reloj
que me quité hace años.

Griselda García



Ella ya no creía en nada.

Sonreír la dejaba en jaque.

Supo antes que yo
que fuimos un reflejo.

Signos que se definen por oposición.

Nadie me había amado
así

la rigurosa expectativa
la exigencia casi ritual

el fatal final
de lo perfecto.

-

Dos mujeres
actuando sin discreción

Dos nenas
condenadas a fracasar.

A veces,
creo que fue a propósito.

-

Canciones infantiles contradictorias
los nenes con los nenes
las nenas con las nenas

mamá
exigió explicaciones:
no supe mentir

-

Esa misma noche la dejé de amar,
una sola mujer
era suficiente.

Reencuentro 

Scalabrini Ortiz, la avenida de locales viejos y supermercados chinos. En la entrada algunos escalones, ladrillo a la vista, amplias paredes decoradas con abstracciones. En el techo arañas ininteligibles por la poca luz y las mesas simulando el mármol más pesado.
Tenía mucho frío, considero ahora como factores agravantes la distancia entre el piso y el techo, el beso en el cachete y tu mirada obsecuente.
Probablemente también haya estado desabrigada.
Vos elegiste una mesa. La ventana a mi derecha.
Llegaba el invierno y se empañaban los bordes de los vidrios.
Nuestro candelabro era plateado, tenía cierto diseño que yo interpreté barroco. Tu mano en la otra punta de la mesa, refugiando al cenicero también plateado en el que entraban tres cigarrillos a la vez.
No tenía sentido. Lo sabías.
Pero ya estábamos ahi.
Al mirar por la ventan, los escalones de la entrada tomaban vertiginosa relevancia. El piso del lado de afuera muy estaba lejos y en picada.
No había mozos, ni ninguna otra parejita ahí. Supongo que porque era temprano. Vos te paraste y buscaste una cerveza. Mientras tanto exploré el frío de la ventana con mis yemas, inspiré y me tragué una lágrima. No me animaba a mirar hacia adentro.
Volviste a la mesa y prendiste un cigarrillo. Llenaste dos vasos. Todo indicaba que ibas a empezar a hablar.

unicornio

A unos metros respiraba el lago.

Mencionaste una gran decepción,

te supe cierto.

El envase decía rinde más.

No. Quiero dormir sola.

Lo empujé un poco.

Tenía interés en sacarme ropa.

Por supuesto:

esperar

alguna certeza,

también.

A pesar de todo me sonrió.

Desapareció como vapor

entre los arrayanes.

Yo perdí dos lágrimas en su despedida

y me largué.