despacio, despacito, te saco el buzo, y la remera.
me pediste masajes, yo te doy mimos, caricias, un poco fuertes, pero no, no llegan a ser masajes, soy desprolija y asimétrica.
a vos te duele y me pedís más fuerte, me indicás dónde es que tenés nudos, adonde querés que te toque.
me acerco con la cara y hago presión allí.
con mi boca te doy besitos suaves, te recorro, mientras con los dedos hago presión firme y constante.

y es horrible.

tengo miedo de que presientas que estoy pensando en él.
en su espalda, en su olor.

sigo,
y tengo miedo de que se me escape una lágrima.
¿cómo hacer?

sigo.

sé que pronto lo voy a olvidar.
Una cenicienta carente
evidente
con pocos dedos de frente
esperando paciente
a ese príncipe celeste
que la retire, valiente,
de su tortuosa fuente.

de ese balde con ranas
en donde esconde
todos sus miedos y ganas.
que la tienta
a quedarse quieta

la cenicienta haraposa, mugrienta
de vez en vez violenta
se despeina y peina
suspira contenta,
se acomoda a tientas
en la reposera
calla y desespera.

recuerda su suerte
lamenta, se encierra
ese espiral a cuestas
esa mochila negra
eso que ella intenta
que ya no se le vea

Ese balde con ranas
en donde esconde
todos sus miedos y ganas
la tienta
a quedarse quieta

La cenicienta
que ahora puede ser princesa
detecta
Será como estár muerta
la siesta, o peor
sino se mueve al son
de esa música discreta
y se entrega.

Ese balde con ranas
en donde se esconde
todos sus miedos y ganas
la tienta
a quedarse quieta

Aireoso y triunfante
el príncipe la toma
el deseo se genera al instante
le evidente
cenicienta carente
acepta su suerte
y el príncipe celeste
se la lleva a su cueva

Ella se llena de deseos ajenos, de juegos,
olvida el balde verde
y se enciende.

Al poco tiempo siente
que los juegos y las guerras
la aburren y la sedan
ella quiere otro nectar
desea
bailar con esas ranas
esas ranas irresueltas
con las que a veces sueña.

Al príncipe lo deja
gatea por la selva, pasea
interactúa seria
duda y se revuelca.
Las ranas pegotean
pero son todas de ella
y ya no la condenan

La princesa contenta
danza con ranas verdes
sus ganas realizadas
sus miedos ya concientes
que antes la arrastraban y la condenaban
ya no pesan nada.